Hoy haremos un breve recorrido a través de la historia de los diversos lenguajes, y del asombroso proceso de su formación, hasta llegar a ser lo que es hoy en nuestra sociedad posmoderna.
Para escribir la siguiente breve reseña sobre la historia del Lenguaje, tomamos la información de un valioso y ameno libro titulado “Historia del Lenguaje” del Autor Emilio Relaño, Lingüista español que narra la evolución del Lenguaje a través de la Historia General de la Humanidad (¡QUÉ PLACER ES LEER UN LIBRO!).
Desde los orígenes del ser humano el Lenguaje, como elemento cultural, es inherente y esencial a las personas y a la sociedad, sea cual sea la forma de comunicarse con que se haya iniciado su construcción (gritos, gruñidos, onomatopeyas, gestos y mímica, etc., y luego…la palabra), ya que este –especialmente el verbal- distingue el carácter de humano.
Desde las épocas más primitivas (la Prehistoria), el ser humano sintió la necesidad de “fijar gráficamente aquello que llamaba su atención”, de modo que el arte fue el comienzo de la escritura, y así, por todo el planeta Tierra encontramos figuras, signos, pinturas y grabados…que nos asombran y expresan diversas formas de lenguaje.
El origen pictórico del lenguaje escrito, combinado con el oral, en los albores de los tiempos es el punto de partida que tomará caminos muy distintos hacia la formación de los diversos idiomas que han existido (lenguas muertas) y de los que hoy perduran (lenguas vivas).
Al pasar de la Prehistoria a la Historia, seguimos con el Lingüista Relaño a Egipto, una de las culturas más avanzadas de la Antigüedad, donde el lenguaje, tanto oral como escrito, alcanzó mayor perfección.
En esas épocas existía también un pueblo, los sumerios, que residían en Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, quienes poseían un lenguaje no muy diferente al egipcio. Los sumerios escribían con un punzón, en tablillas elaboradas con arcilla blanda, que luego secaban en un horno. Su escritura se llama cuneiforme, pues sus trazos tenían forma de cuñas, y transmitieron su lenguaje a los pueblos semitas, quienes llegaron a dominarlos y a imponer luego sus propias lenguas (acadia, babilónica, asiria y caldea), mezcladas con el egipcio y el sumerio.
En la Antigüedad Clásica, entre esos pueblos semitas surgieron los fenicios, grandes navegantes que hicieron del comercio la fuente de su riqueza, recorrieron el mundo e inventaron el primer alfabeto. En sus viajes aportaron dicho alfabeto al lenguaje de los griegos, y se llegó así al idioma considerado “la lengua clásica por excelencia”: el griego, que es el punto de partida de todas las letras y ciencias de Occidente.
En Europa existían, además, otras lenguas, entre ellas el latín, que fue llevado por el Imperio Romano a todos los pueblos conquistados. Gracias al aporte del idioma griego y de la cultura de ese pueblo, el latín se enriqueció y progresó hasta llegar a ser una lengua avanzada, flexible y elegante.
El Imperio Romano se extendió de tal manera que llegó incluso a España, ruta que es la que más nos interesa, pues de todo ese caudal cultural antes descrito nos llegó nuestro idioma: el Español, sobre el cual escribiremos en otra reflexión.
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