En nuestros diversos artículos hemos hecho énfasis en la importancia de manejar de forma idónea el lenguaje, tanto verbal como no verbal, para nuestra vida personal, social, laboral, etc.

Como formas fundamentales de comunicación, y herramientas indispensables para vivir y convivir, es prioritario evitar todo tipo de usos inadecuados, puesto que, como cualquier elemento humano, pueden ser utilizados tanto para generar bienestar como para destruir.

Algunos de los usos inapropiados y perjudiciales del lenguaje son: la crítica negativa, la maledicencia, la falta de claridad, la utilización de palabras groseras y/o destructivas, y otros.

1. La crítica negativa

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española (RAE), criticar es “analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se trate”. Para nosotros esto sería una crítica constructiva, pero existe otra que no lo es, y por ello hablamos aquí de la crítica negativa o perjudicial. Habrá quienes creen que nunca critican de esta manera, sin embargo, los invitamos a analizar a fondo su lenguaje –interno y externo- para descubrir con franqueza si es siempre edificante o no, en términos de los malos usos expuestos en este artículo.

Por ejemplo, descalificar a otra persona –“se te quemó el arroz, tú nunca preparas una comida rica”-, contradecirla bruscamente o rechazar a alguien verbal o no verbalmente porque piensa diferente, o hacerlo en forma de bromas o pullas que rebajan al otro, son modos realmente perversos de utilizar el lenguaje.

Como dice el Padre Chuck Gallagher en su libro “La decisión de amar” (uno de los mejores análisis que hemos leído sobre la crítica nociva): “la crítica lleva a herir y nos aleja de ser abiertos y honestos en nuestra comunicación mutua. Hace que sea difícil para nosotros corresponder… destruye nuestro espíritu. Nos hace subestimar nuestro valor y nuestra bondad, acabando la confianza que podamos tener en nosotros mismos”.

2. La maledicencia y la utilización de términos groseros y/o dañinos

Ambos usos inapropiados del lenguaje brotan de la misma fuente maligna que contamina nuestros pensamientos, sentimientos, expresiones y comportamientos: hablar mal de  otros, permitirse gestos o palabras soeces, maldecir, etc., son tan corrosivos y degradantes como la crítica negativa. Todo ello tiene una carga de energía negativa que nos perjudica a nosotros mismos y a los demás, contaminan nuestro mundo y nuestra vida, y nos convierten en personas menos buenas, que en esos momentos proyectamos sombras, en lugar de la luz que deberíamos brindar.

3. La falta de claridad

Cuando utilizamos el lenguaje estamos intentando transmitir algo valioso, de ahí la importancia de hacerlo con total claridad. Esta puede faltar por el exceso de palabras o la escasez de ellas, por la redundancia en el lenguaje y el desconocimiento acerca de cómo usarlo adecuadamente, por vicios como los que tiene la gente actualmente al escribir mensajes en internet (abreviar las palabras, suprimirlas, inventar otras, abusar del inglés…).

Muchos otros factores pueden llevar a la falta de claridad en lo que pensamos, decimos y/o escribimos. No obstante, si practicamos por ahora lo que hemos presentado en estas reflexiones, indudablemente seremos -cada vez más- mejores personas, comunicadores más eficientes y elementos claves en la construcción de un mundo más bondadoso y saludable para todos los seres del universo.

 

 


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